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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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13-06-2009

 

Jorge Zabalza  

 

Unicornios azules

SURda

“El sistema tiende un cerco sobre el peón o el pequeño productor rural y los obliga a emigrar, para hacinarse en las grandes ciudades. El sistema arroja a la desocupación a un sector en aumento de la población. Si busca defenderse con la venta callejera, el sistema lo persigue. El sistema enseña a robar y matar desde la televisión. A la delincuencia la crea una clase social, pero afecta a toda la población. Para terminar con la delincuencia hay que terminar con el sistema”, así de clarito escribía Raúl Sendic.

Ahi están..., en la playa. Juegan con mi hijo, los capitanes.

Se arrojan arena, patean la pelota, corren el perro, salen a explorar el monte, zambullen en la cañada donde desaguan los pozos negros y no paran de gritarse entre ellos. Tienen sus futuros escritos en las estadísticas sobre infancia y minoridad: deserción escolar seguida de gambetas al choreo y la pasta, y después ser madres y padres sin haber dejado de ser hijos. Es probable que sufran un pasaje por la Berro y/o el ComCar y también que, asustados con los maltratos y vejaciones, ellas salgan a trabajar por cuatro pesos locos en empresas de limpieza o en Fripur de fileteras y ellos, en la pesca o la construcción, en “negro” como la mitad de los que trabajan para el sector privado. Otros y otras terminan ingresando de milicos al cuartel o a la policía.

¿Cuántos gérmenes de “Rodrigos” hay entre mis capitanes de la arena? ¿Cuántas historias que no son portada de la tele? ¿Cuántas condenas “a priori”, por el simple motivo deestar en una esquina y ser joven?

El sistema es una máquina de producir víctimas y corretearlas hacia la miseria de los barrios periféricos (11% de la población de Montevideo). Muchas de sus historias de vida serán bautizadas “problemas de seguridad” por la gran prensa y el discurso de los “políticos”. Se satanizarán los asentamientos calificándolos como “zonas rojas” pero, sin embargo, los niños nacidos en el territorio satanizado se sentirán identificados con su barrio y por consiguiente estarán orgullosos de ser vistos como monstruos por los habitantes de las zonas “civilizadas” de la ciudad...la consecuencia lógica es que reproduzcan la violencia que sufren desde que nacieron: delitos contra la propiedad, prostitución, alcoholismo, drogadicción, violencia contra mujeres y niños, barras bravas del fútbol y las esquinas. Es cierto que las crisis de sobreproducción que derrumbaron las calesitas de la especulación encendieron luces rojas en el sistema , pero el desequilibrio social proviene de la exclusión y la marginación crecientes, como ocurre en Nueva York, San Pablo y París.

El capital no puede dejar de excluir y marginar, solamente puede reproducirse a costillas de sus víctimas humanas. Es que la competencia salvaje que motoriza el desarrollo capitalista sólo puede funcionar bajo el estímulo del afán de lucro y obliga a invertir en rubros donde se emplea menos fuerza de trabajo y más barata. En estesiglo XXI, las inversiones de capital generan forzosamente exclusión, marginación, trabajo precario, changas y desocupación. En América Latina, ese proletariado sin fábricas que lo organicen social y políticamente, sehace amo y señor de las villas miserias, favelas, callampas y asentamientos... ¿qué ocurrirá el día que se organicen y dirijan su violencia contra el enemigo de clase? Las clases dominantes de América Latina tienen pánico. En Uruguay pasa lo mismo, pero sólo se cobra consciencia de que existen cuando caen condenas internacionales por violaciones a los derechos humanos en comisarías y cárceles, o cuando en los informativos se hace amarillismo con la muerte de alguien en líos de fútbol o en las puertas de un liceo.

A las clases propietarias se vuelve urgente adormecer a sus víctimas de alguna manera antes que la bronca se haga rebelión. Por eso los organismos financieros recetan políticas económicas que incluyen un capítulo de “políticas sociales” - planes “trabajar”, “fome zero” o de emergencia- simples medidas de autodefensa del sistema. También los empresarios recientemente incorporados al progresismo , como López Mena y Salgado, actúan en función de fríos cálculos económicos y dan unos pesos para que no se alborote el avispero. Precisamente, el gran fracaso de los partidos de derecha fue haber perdido su antigua capacidad para amortiguar los conflictos sociales mediante el clientelismo y otros medios. Cuando los amortiguadores políticos dejan de funcionar, para que las víctimas no se rebelen, sólo resta recurrir al método del “mucho palo pa'que aprendas” : más y más seguras cárceles, aumento de las penas, pagar más a más policías, bajar la edad de imputabilidad, guardias nacionales y otras muchas ocurrencias por el estilo. Al imperio y a los dueños del Uruguay les sale más barato la propina y el asistencialismo que la reja y el garrote.

La gente creyó que el advenimiento del progresismo significaba el ataque a las causas sociales de la delincuencia, la exclusión y la marginación. Plan de emergencia, plan ceibal, consejos de salarios, aumento de las asignaciones familiares no lograron impedir que, aún en medio de la bonanza, aumentara la distancia que separa los ingresos de los más pobres de los ingresos del puñadito que se apropian de la parte del león de los que produce el país. Ello espesa cada vez más el clima de violencia social y en el aumento de los delitos contra la propiedad, el abarrotamiento de los juzgados y los más de ocho mil presos que se hacinana en las inhumanas cárceles uruguayas. Con la crisis que está sacudiendo al capitalismo no hay perspectivas de que vaya a cambiar de rumbo el proceso que profundiza la brecha social...

“El sistema tiende un cerco sobre el peón o el pequeño productor rural y los obliga a emigrar, para hacinarse en las grandes ciudades. El sistema arroja a la desocupación a un sector en aumento de la población. Si busca defenderse con la venta callejera, el sistema lo persigue. El sistema enseña a robar y matar desde la televisión. A la delincuencia la crea una clase social, pero afecta a toda la población. Para terminar con la delincuencia hay que terminar con el sistema”, así de clarito escribía Raúl Sendic.

Ahí están ... el Pela, José Luis, la Cami, Shakira, Victoria, el Monito y el Maxi, jugando con el Juan, impotentes para cambiar su condición de víctimas mientras vivan en esta sociedad. Terminar con el sistema es la única manera. Para crear un sistema de vida que no produzca más víctimas, que libere a los seres humanos del salario y de la opresión política. Me parece una burla cruel hacerles creer que en los próximos cinco años, gracias a la bondad divina del caudillo, les será posible acceder a la educación universitaria. Quiero decirles la verdad, que es pura mentira demagógica, que no voten a nadie... pero sus opciones electorales son las opciones del oprimido, necesitan creer en algo y se aferran a un hierro caliente para no perder la esperanza. Todavía no piensan en terminar con el sistema, única manera para dejar de ser sus víctimas....


 

 

 

 

 

 
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